INVITADOS A UNA CASA.

La invitación

        Los japoneses suelen realizar fuera de su casa sus reuniones con amigos o en caso de un compromiso social. Los argumentos para explicarlo suelen ser que las casas son pequeñas y frecuentemente están abarrotadas de cosas y/o gente y no disponen de espacio para agasajar adecuadamente a unos invitados. Y por descontado está el pensar que la humilde morada de uno no es el lugar a la altura de un invitado tan "importante".

        En cualquier caso es frecuente verse en territorio neutral, una izakaya, una sakaba, un restaurante o un kissaten*. Sin embargo es posible que en alguna ocasión un conocido japonés nos invite a su casa. Bien, comenzamos a analizar el contenido de la invitación en función del grado de amistad y confianza que nos une con esa persona. En primer lugar lo cortés es rechazar la invitación, por una cuestión de enryo, reserva, distanciamiento, alegando cualquier causa plausible. En el caso japonés la mejor excusa, casi sagrada, es que uno está terriblemente ocupado y lamenta profundamente no poder ir aunque... Así se deja la salida airosa para que nuestro conocido repita su deseo de que puedas visitarle en un futuro indeterminado cuando estés menos ocupado, se haya pasado tu catarro y ya no temas contagiarle, etc.

        Es posible que repita su deseo de que le visites. Según la valoración de sinceridad que concedamos sabremos si realmente desea que vayas. Pero aún sería conveniente negar una vez más. En el caso de que tu anfitrión sea de Kyoto, niega por lo menos tres veces, me dijeron en una ocasión.

        La cosa cambia cuando tu anfitrión potencial se adelanta a fijar una fecha para la cita. En ese caso podemos, con las vacilaciones y la ambigüedad de rigor, protestar de que será una terrible molestia para él de la cual quieres librarle, pero al final aceptar.

        Si, por ejemplo, la invitación es para tomar café a media tarde un día cercano y él insinúa que te quedes a cenar y le dices que no podrás quedarte porque tienes que volver temprano para coger los trenes antes del último recorrido, por la regla de "escuchar uno, entender hasta diez" y de enryo, el anfitrión puede pensar que en realidad quieres quedarte a cenar, aceptas la sugerencia,  pero no lo puedes decir abiertamente.

        Así pues, la frase "Venga a casa cuando quiera" no hay que tomarla al pie de la letra. A los japoneses, que no suelen gustarles las situaciones inesperadas, que se salen del plan y para las que no están preparados, no tomarán muy bien una visita sin avisar del tipo "pasaba por aquí y me dije: por qué no acercarme a casa del amigo Tanaka...". Un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo.

        También hay que saber con seguridad si la invitación se hace extensiva a nuestra pareja, si la hubiera, porque en el caso japonés y en el tema que nos ocupa marido y mujer no forman necesariamente una unidad.

        Todo lo dicho hasta ahora es aplicable en caso inverso, que nosotros seamos los que invitamos a japoneses a nuestra casa. Este es patrón de conducta que cabe esperar, siempre con las variaciones de edad y procedencia pertinentes.
 



 


El día de la reunión
 

        Lo primero, en una visita y siempre, puntualidad.

        Cuando llegamos a la casa de nuestros anfitriones, debemos quitarnos abrigo, guantes y sombrero o gorro antes de llamar a la puerta o entrar. En ningun caso se hace ojigi con ello puesto.

        Las casas japonesas pueden tener timbre o no. En caso de que no lo tengan no hay que llamar con los nudillos. Probablemente la puerta este abierta. Se abre o se descorre y se dice en voz un poco alta "Gomen kudasai...". Eso servirá para advertir al anfitrión de nuestra presencia.

        Al entrar está el genkan, especie de pequeño recibidor en un nivel más bajo que el resto de la casa, donde nos quitaremos los zapatos, sin dar la espalda a los anfitriones, los dejaremos con las punteras hacia el interior (ya habrá un momento para volverlos hacia fuera antes de salir)  y calzaremos las zapatillas **. Hay que cruzar los dedos deseando que tengan zapatillas adecuadas al tamaño de nuestros pies de gaijin. El genkan señala la barrera entre soto y uchi, el mundo exterior y el hogar.

        El hecho de que el nivel de la casa esté más alto que el genkan explicaría la frase para invitar el recién llegado a entrar en la casa "Dôzo o-agari kudasai...", algo así como "Suba, por favor...". ***

        Si la casa no tiene genkan y es totalmente occidental quizá se pueda entrar con zapatos, aunque sigue siendo frecuente usar zapatillas.
        Otras fórmulas frecuentes son "O-machi shite imashita. Dôzo", "Les estábamos esperando, pasen por favor". O simplemente "Irasshai!", "Bienvenidos", sobre todo en una visita inesperada.

        La fórmula "Está usted en su casa", tan común en España no sería efectiva en Japón, porque podría venir a significar "Haga lo que guste porque no voy a cuidarme de atenderle durante su estancia". Así que mejor no la usaremos cuando vengan invitados.

        Es frecuente oir decir a la persona que entra "Shitsurei shimasu" / "O-jama shimasu...", "Voy a molestar...".

        Las zapatillas se llevan en cualquier superficie excepto tatami, la cocina y el cuarto de baño. Estas últimas piezas deben tener sus propias zapatillas. Es una falta dificilmente disculpable entrar en ellos sin cambiarse las zapatillas y olvidarse de volver a cambiarlas al salir: reminiscencia shintoista de respeto por la limpieza y concepción de las zonas puras e impuras, relacionadas con los alimentos y los desechos.

        Es obligado llevar algún pequeño regalo. Dulces, frutas, comida es válido. Evitar las flores y plantas si no se está muy seguro. Pero siempre cuidar de que el número de regalos no sume cuatro o nueve unidades. Muerte y sufrimiento, aunque con kanjis distintos, tienen la misma lectura que estos números y los japoneses suelen tener ramalazos supersticiosos.

        Lo más propio es dejar los regalos a la entrada y ofrecerlos al anfitrión en el momento de salir, acompañandolo siempre de las frases de rigor "Tsumaranai mono desu ga... ", Es algo insignificante, sin importancia...".
        El envoltorio y la cinta han de cuidarse tanto o más que el propio regalo. Mejor hacer que nos lo envuelvan en una tienda.

        No es normal que se enseñe la casa como se hace en España. Las señoras tendrán que reprimir su curiosidad . Tampoco se debe entrar en la cocina. Es mejor ocupar el puesto que el anfitrión designe, que será el lugar de honor de la habitación, de espaldas al tokonoma si lo hubiera y lejos de la puerta y ventanas si es una vivienda tradicional. Igualmente puede sugerirnos que tomemos un baño al llegar, no porque piense que vengamos sucios sino para relajarnos después del viaje o desplazamiento. Quizá nos asigne una habitación de invitados, kyakushitsu u ôsetsusama y nos ofrezca un té.

        No hay que intentar ayudar a la mujer de nuestro anfitrión ni pretender esperarla y que se reuna con nosotros para tomar unas copas o empezar a cenar. Ella estará ajetreada todo el tiempo y el hará los honores. Incluso es posible que en vez de hacer ellos mismos la cena se encargue a un restaurante que haga envíos a domicilio.

        Si nuestro anfitrión es muy tradicional seremos cautos a la hora de elogiar efusivamente algún motivo decorativo de su casa: estaría obligado a regalarnoslo en el acto...

        Por lo demás el comportamiento no diferirá de lo que estamos acostumbrados a hacer en nuestro país.


        Una frase como "Mô, soro-soro..", algo así como "Bueno, ya es tiempo de partir...", nos servirá para anunciar que nos vamos a retirar, aunque nuestro anfitrión insistirá para que nos quedemos un poco más:
"Mada ii'n ja nai desu ka?". Si nos marchamos antes que otros invitados: "O-saki ni shitsurei shimasu".

        Decir que no queremos molestar más puede ser práctico, "Osoku made, o-jama shite wa môshi-wake arimasen kara..", pero es infalible referirse a la obligación de estar temprano levantado para ir a trabajar: "Ashita haya mono desu kara...".

        Al salir hay que usar el calzador de mango largo, si lo hubiera, sin dar la esplada mientras nos ponemos los zapatos. No hay ponerse el abrigo hasta haber salido y siempre después del último ojigi.
 


 

izakaya: sitio para tomar unas cervezar y picar algo, generalmente frecuentado por jóvenes y universitarios.
    sakaba: lo mismo pero con clientela de empresas y más edad. También pueden llamarse con ironía hashigo-zake, escalera de sake, por lo que cuesta subir y no menos bajar  (ver Tomando copas...)
    kissaten: "salón de té", cafetería.

**Por un lado sería de mala educación entrar de espaldas en una casa si nos quitamos los zapatos con las punteras hacia fuera. En Artes Marciales suele hacerse justo así para estar siempre dispuesto a calzarse los zoris, sandalias de paja de arroz, y salir a combatir. Pero en una casa significaría que estamos dispuestos a combatir dentro y salir corriendo después.
    Las mujeres y los niños eran educados para girar sus zoris o getas y hacer lo mismo con los de los hombres.

*** Sonaría extraña la frase "Nihonjin wa uchi ni hairu mae ni kutsu o nugimasu", "Los japoneses antes de entrar en casa se quitan los zapatos", porque significaría que se los quitan delante de la puerta.

 

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